Tales de Mileto
624–546 a. C.
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La tradición nos presenta a Tales como uno de los siete sabios de Grecia, como un científico cultivador de la Geometría y como el primer filósofo. Las cronologías sitúan su nacimiento en Mileto, hacia el 624 a. C., hijo de Examio y Cleobulina, una familia distinguida de la que heredó la perspicacia para asuntos comerciales. Murió, ya viejo, mientras presenciaba unos espectáculos gimnásticos, aproximadamente hacia el 546 a. C.
Como sabio, su nombre aparece en los listados de personajes ilustres junto a Pítaco de Mitilene, Bías de Priene, Solón de Atenas, Cleóbulo de Lidia, Misón de Quenea y Quilón de Lacedemonia. Esta consideración queda avalada no sólo por frases sentenciosas que se le atribuyen –“es feliz el sano de cuerpo, abundante en riquezas y dotado de entendimiento”, “no te enriquezcas con injusticias, ni publiques secretos que se te han fiado”– sino también por las anécdotas de las que se desprende que Tales gozó de la destreza propia de un estratega que supo orientar sus saberes teóricos hacia necesidades prácticas, por ejemplo, cuando Creso se vio en dificultades para que su ejército cruzara el río Helis, fue Tales quien lo desvió para que lo pudiera cruzar. En otra ocasión, habiendo previsto por la observación de las estrellas una buena cosecha de aceitunas, alquiló todas las prensas, enriqueciéndose con ello y dejando en ridículo esa otra anécdota de la criada que se rió de él cuando, distraído por observar el cielo, cayó a un pozo. De su prudencia política se dijo que supo aconsejar acertadamente a los milesios la constitución de la Liga Jonia para salvar su independencia.
Como científico, Tales destacó por sus contribuciones como astrónomo y geómetra. Aprovechó su aprendizaje en Egipto y basándose en los períodos caldeos de saros predijo el eclipse de sol del 25 de mayo del 585 que oscureció, en medio de una batalla, parte del Próximo Oriente y Egipto. Se le atribuye la medición de solsticios y sus variaciones con vistas a la confección de parapegmas, almanaques astronómicos con indicaciones cronológicas para ayuda en la navegación. Ingenió un método para medir la distancia de los navíos en el mar, mediante la suma de triángulos semejantes. Según Aecio, explicó así las crecidas del Nilo: “Tales cree que los vientos etesios, al soplar de cara contra Egipto, elevan la masa de agua del Nilo y la hinchazón del mar que viene contra él impide su desagüe.”
Aristóteles e Hipias dicen que Tales atribuyó alma a las cosas inanimadas, demostrándolo por el imán que atrae al hierro. En Sobre el cielo –B13, 294– da Aristóteles la versión cosmológica de Tales: “La tierra flota sobre el agua, que es, en cierto modo, la fuente de todas las cosas.”
Como geómetra, Diógenes Laercio recoge el testimonio de Jerónimo que dice que “midió las pirámides de Egipto por medio de la sombra, proporcionándola en la nuestra cuando es igual al cuerpo”. Se le atribuyen dos teoremas que llevan su nombre: “si dos rectas se cortan, los ángulos opuestos son iguales” y “si dos triángulos tienen dos ángulos y un lado respectivamente iguales, los triángulos son iguales”. Pánfilo escribe que “inventó el triángulo rectángulo en un semicírculo”, y que sacrificó un buey por el hallazgo de que “el ángulo inscrito en el semicírculo, es un ángulo recto”.
Como primer filósofo, Tales habría enunciado estas tesis:
1) Todo es agua. “El agua es la sustancia de la cual todo proviene y consiste”. “El agua es el principio de la naturaleza”.
2) “Todo está lleno de dioses”.
3) El cambio y la generación se explican por la condensación y rarefacción.
La interpretación de Tales de Mileto como primer filósofo implica una postura de qué se entiende por filosofía. Desde el materialismo filosófico presuponemos que cuando Aristóteles considera a Tales como fundador de la filosofía como institución académica, se refiere a que sus tesis sobre la naturaleza (physis) se contraponen a la de la “filosofía mundana” manifestada por los poetas, los sabios o los sacerdotes. Las sentencias de Tales sobre la physis se inscriben en un racionalismo filosófico que se empieza a cultivar en la Escuela de Mileto, fundada por Tales y continuada por sus sucesores, Anaximandro y Anaxímenes. Según esto, que Tales sea el “primer filósofo” no quiere decir que antes no haya habido otros pensadores con ideas parecidas, sino que él ha instaurado un racionalismo metafísico axiomático que será continuado por otros filósofos siguiendo un curso histórico ininterrumpido que explica por qué la Historia de la Filosofía comienza en Grecia, y no en otra parte.
Este racionalismo metafísico de Tales pone como arjé (principio) a una sustancia, el agua, primordial en la naturaleza, que funciona como regla de construcción del todo: la physis, inagotable y continuamente renovada produce, por sucesivas transformaciones de condensación y rarefacción lo diverso (tierra, fuego o aire), pero dentro siempre de la identidad de la sustancia: el agua se transforma en todas y cada una de las cosas y todas ellas se vuelven a reabsorber en agua. Este esquema racional corresponde a un monismo cosmológico de la sustancia, reafirmado en la tesis “todo está lleno de dioses”, que, contra el pensamiento mítico, vendría a significar que en virtud de que todos los seres participan del agua, todos son igual de divinos y por tanto no caben Olimpos sagrados.
El racionalismo de Tales de Mileto ofrece el embrión de las metafísicas monistas de donde han salido filosofías y cosmologías actuales, que siendo por supuesto mucho más refinadas, elaboradas y precisas, en el fondo siguen siendo “presocráticas”.
Carmen Baños
→ Gustavo Bueno, “La Escuela de Mileto”, en La metafísica presocrática (1974).
→ Aristóteles, “Doctrina de los antiguos tocante a las causas primeras y a los principios de las cosas”, en Metafísica, I, 3.
→ Zeferino González, “Tales”, en Historia de la Filosofía (1886).
→ “Tales de Mileto”, en Cursos del Proyecto Filosofía en español (2000).
→ “Tales de Mileto”, en Diccionario enciclopédico hispano-americano (1897).