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Platón
428/427–347 a. C.


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Platón, cuyo verdadero nombre era Arístocles, nació en Atenas, hacia el año 428/427 a. C en una familia de abolengo aristocrático: su padre, Aristón, era descendiente del rey ático Codro, y su madre, Perictione, era descendiente de Solón. El nombre “Platón”, como se le conoce, es en realidad el apodo que le pusieron sus condiscípulos, “el de anchas espaldas”.

Educado por los mejores maestros de la época, había conocido la doctrina de Anaxágoras, Crátilo le había enseñado la de Heráclito y tuvo ocasión de escuchar a los sofistas, pero sólo cuando a los dieciocho años entra en el círculo de Sócrates encontró su verdadero camino en la filosofía: abandonó su pasión por la poesía e hizo suyas las preocupaciones morales y políticas que Sócrates le había transmitido. Cuando en el 399 a. C. tiene lugar la condena y muerte de Sócrates, marcha de Atenas y se dedica a viajar. En Megara conoció al filósofo Euclides. De Egipto va a Cirene, donde trabó amistad con el matemático Teodoro, que será uno de los personajes del Teeteto. Camino de Siracusa, en Tarento, visita al matemático pitagórico Arquitas y tuvo ocasión de relacionarse con otros pitagóricos. Ya en Siracusa contactó con Dion, cuñado del tirano Dionisio y aunque Dion parece que se entusiasmó con las doctrinas políticas de Platón defendidas en La República, Dionisio se irrita contra él considerándolo enemigo de guerra y hace que sea vendido como esclavo en el mercado de Egina. Tuvo que ser rescatado por un tal Aniceris. El desastroso viaje lo narra Platón en la Carta VII.

Cuando regresa a Atenas en el 387 a. C., funda su escuela cerca de un monumento al héroe Akádemos, de ahí su nombre Academia, cuyo frontispicio advertía “nadie entre aquí sin saber geometría”. Invitado de nuevo por Dionisio el Joven, sucesor del anterior, Platón emprendió un segundo viaje a Siracusa con intención de poner en práctica sus ideas políticas. Caído Dion en desgracia, Platón regresó a Atenas en el 367 a. C. y es entonces cuando recibe a Aristóteles como discípulo. Entre el 361 y el 360 a. C. emprende un tercer viaje a Sicilia. Esta vez tuvo que huir protegido por Arquitas, al verse implicado en las luchas políticas. Tras el nuevo fracaso abandona definitivamente la esperanza de intervenir en la organización de un Estado. Permaneció en Atenas hasta su muerte en el año 347 a. C., a la edad de ochenta años, dedicado a la Academia y a sus escritos.

La obra de Platón se conserva íntegramente. Sus escritos, en forma de diálogos, constituyen una de las formas más originales y espléndidas de la literatura griega. Los principales son:

  1. Obras socráticas o de juventud, en las que Platón reproduce las ideas de su maestro Sócrates: Apología de Sócrates, Critón, Eutifrón, Ión, Laques, Lisis, Protágoras.
  2. Diálogos de transición: Crátilo, Hipias, Gorgias, Eutidemo, Menón, Menéxeno.
  3. Diálogos de madurez en los que consolida la teoría de las Ideas: Banquete, Fedón, Fedro, La República.
  4. Diálogos críticos: Parménides, Teeteto, Sofista, Político, Timeo, Critias, Las Leyes.

La obra de Platón inaugura la filosofía en sentido estricto. No es que haya sido el “primer filósofo”; sabemos que antes hubo una importante tradición de filósofos “presocráticos” entre los que se cuentan Tales, Anaximandro, Heráclito, Parménides, Anaxágoras… Pero Platón es el verdadero fundador de una filosofía académica que por primera vez se va a ocupar de las Ideas y las va a organizar sistemáticamente utilizando los métodos de la racionalidad dialéctica. No hacen justicia interpretaciones que reducen su filosofía política a meras expresiones ideológicas de la aristocracia de la época, la politeia de Platón expresada en La República y Las Leyes, se construye sobre esa teoría de las Ideas desde las que analiza las ideas políticas más esenciales.

Núcleos centrales de la teoría de las Ideas, que Platón ejercita en sus diálogos son: la doctrina de la anámnesis; la dialéctica del regressus y progressus; el método de la diaíreis y la synagogé y el principio de la symploké.

La doctrina de la anámnesis o reminiscencia viene a decir que aprender es recordar. Lo ilustra Platón a través de un mito en el que supone que el alma preexiste al cuerpo en un cosmos ouranós en el que ha visto directamente las Ideas. Las consecuencias lógicas explicadas en el mito son que el conocimiento no se obtiene a través de sensaciones cambiantes, sino que el alma lo obtiene recordando las Ideas. Así, la dialéctica de la doctrina de las Ideas supone que las evidencias sensibles de los objetos que percibimos (fenómenos) hacen regresar al alma a la idea misma o esencia de ese objeto. Por ejemplo, objetos alineados perpendicularmente “harían recordar” la idea geométrica de recta. Este camino de regressus a la Ideas, se cierra con el progressus: una vez que se alcanzan las ideas, reestructuramos de modo práctico el mundo, haciéndolo inteligible.

La diaíresis (división) es el método dialéctico que Platón pone en práctica en el Fedro y en el Sofista dividiendo una idea por géneros y especies y siguiendo un procedimiento dicotómico que el filósofo, a diferencia del sofista, conoce tan bien como el “buen carnicero que corta por las junturas naturales”. La segunda parte de este método dialéctico es la synagogé (reunión), procedimiento inverso a la diaíresis que consiste en componer las características de algo en una idea que las englobe.

El principio de symploké viene a decir que las ideas están entretejidas, relacionadas unas con otras. La symploké determina la condición misma del conocimiento porque si todo estuviera conectado con todo, o ninguna cosa tuviera relación con otra, no podríamos conocer nada. En el discurso racional algo se relaciona con algo. Desde el materialismo filosófico consideramos el principio platónico de symploké como un componente esencial de la filosofía materialista puesto que el discontinuismo, según el cual unas cosas se relacionan entre sí y se desconectan de otras, implica, contra el monismo continuista, la idea de una pluralidad indeterminada e infinita que niega un orden o armonía universal prestablecido.

Carmen Baños

Obras de Platón (versión Patricio de Azcárate)
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