Gottfried Wilhelm Leibniz
Godofredo Guillermo Leibniz
1646-1716
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1. Leibniz nació en Leipzig, en 1646, de una familia con notable prestigio social e intelectual. Desde muy niño dio muestras de una inteligencia prodigiosa que le convertiría en uno de los mayores genios de la cultura occidental. Sus contribuciones en derecho, historia, política, lingüística, teología, lógica, tecnología, matemáticas y filosofía son los de un verdadero innovador en esos campos.
Bajo la protección del barón Boineburg ejerció cargos políticos desde 1668 que, sin embargo, le permitieron dedicarse a sus estudios e investigaciones. Encargado de una misión diplomática permaneció tres años en París donde mantuvo contacto con sabios de la talla de Arnauld, Huygens, Malebranche, Pascal y Bossuet. Por esta época sistematizó el cálculo infinitesimal. En 1676 se encargó de la dirección de la Biblioteca de Hannover. Leibniz visitó Londres, viajó por Holanda, Alemania e Italia, en busca de documentación para escribir la historia de la casa de Hannover. Muy interesado por las sociedades académicas, logró que en 1682 comenzaran a publicarse las Acta Eruditorum. Por mediación de la princesa Sofía de Hannover, protectora y amiga que le encargó la educación de su hija Carlota, consiguió que Federico I de Prusia fundara la Academia de Ciencias de Berlín, en 1700. Entre las actividades políticas y diplomáticas en las que participó se cuentan el intento infructuoso de conseguir la unión de todas las Iglesias cristianas, el proyecto para que Luis XIV conquistara Egipto, idea que más tarde aprovechará Napoleón, y las gestiones ante Carlos XII de Suecia y Pedro el Grande de Rusia para que emprendieran campaña contra el poderío turco. Murió en Hannover, el 14 de noviembre de 1716.
2. Entre sus escritos filosóficos destacan: Disertación acerca del arte combinatorio (1666), inspirada en el Ars Magna del español Raimundo Lulio y en la que expone su ideal de “Característica universal”, un álgebra para calcular todas las operaciones con un número reducido de símbolos que permita, ante las interminables discusiones de políticos y metafísicos, coger la pluma y decir “calculemos”. A pesar de lo utópico del proyecto, no olvidemos que la Lógica simbólica nació de este intento. Discurso de Metafísica (1685); El nuevo sistema de la naturaleza (1695); Teodicea (1710), que es la única obra publicada en vida del autor; Principios de la naturaleza y de la gracia, fundados en la razón (1719), Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, escritos entre 1701 y 1704 como refutación del empirismo de Locke y publicados en 1765; Monadología, la obra de madurez en la que Leibniz expone su sistema filosófico, compuesta en 1712 y editada por primera vez, en alemán, en 1720. A su muerte dejó montones de papeles, entre ellos, su correspondencia epistolar de unas quince mil cartas.
3. La filosofía leibniziana se articula sobre una noción de realidad caracterizada por la idea de continuidad. Los dos principios gnoseológicos que atañen al modo en que se entiende la realidad son el principio de no contradicción (es falso lo que implica contradicción) y el principio de razón suficiente (para que algo sea, es necesario que se de una razón para que sea así y no de otro modo). A estos dos principios corresponden dos verdades irreductibles entre sí: al primero las verdades de razón, enunciadas de forma necesaria (son las propias de las matemáticas), al segundo las verdades de hecho, basadas en la contingencia (por ejemplo, “Cesar pasó el Rubicón”).
El sistema filosófico de Leibniz se ha construido frente al empirismo de Locke y al mecanicismo de Descartes, que distinguía entre sustancia extensa y sustancia pensante. En desacuerdo con el concepto cartesiano de res extensa, Leibniz defendió una teoría del conocimiento en la que hay continuidad entre los sentidos y el entendimiento porque la sustancia es unidad que enlaza la multiplicidad de cosas dadas por la experiencia. Esta unidad es la mónada que Leibniz, influido por el jesuita español Francisco Suárez, concibe como principio incorpóreo, dinámico, núcleo de unidad energética de la que son expresión (o modos) los mismos fenómenos corporales. De esta manera, la extensión no es la esencia de los cuerpos, sino la fuerza, la vis. Con este concepto metafísico de fuerza Leibniz cambia la concepción mecanicista de la naturaleza por otra que, ahora, se desenvuelve en proceso dialéctico. De ahí, que la física de Leibniz no sea estática, sino dinámica, siendo las mónadas “los verdaderos átomos de la naturaleza, los elementos de que constan todas las cosas”. El principio de suprema racionalidad que ordena el universo, que explica las operaciones de unas sustancias sobre otras y que permite conocer la variedad de fenómenos dados en el mundo es la armonía preestablecida, que Leibniz explica con el símil de los relojes, según el cual, las mónadas, infinitas en número, se comportan como relojes que no necesitan ponerse de acuerdo porque un artífice perfectísimo los ha construido de manera tan dispuesta y con tal exactitud que marchan por sí mismos al unísono. La armonía de las mónadas se justifica en el principio de razón suficiente.
4. Desde el Materialismo Filosófico se ha interpretado la Monadología como una ontología sistemática organizada en dos momentos: el de la ontología general y el de la ontología especial.
Como ontología general se despliega en tres planos: el esencial, en el que Leibniz formula las Ideas ontológicas fundamentales de sustancia y mónada; el existencial, que establece la conexión entre las Ideas y los fenómenos del mundo; el gnoseológico, en el que se formulan el principio de razón suficiente y la distinción entre verdades de razón y verdades de hecho.
Como ontología especial se mueve en los tres géneros de materialidad que se corresponden con las Ideas de Mundo, Alma y Dios. Sobre la Idea de Mundo, Leibniz ofrece una Cosmología o Filosofía Natural monadológica que se ocupa tanto de los compuestos inorgánicos, como de los organismos vivientes. Las mónadas, en esta dimensión de fenómenos del mundo, serían el correlato del concepto biológico de célula.
En relación a la Idea del Alma, la Monadología expone una Psicología racional en la que trata del alma humana en tanto “segregada” de lo corpóreo, y una Filosofía del Espíritu, en la que el alma está “congregada” en la forma de sociedad.
Por último, la “inversión teológica” de la filosofía moderna respecto a la medieval, según la cual Dios deja de ser algo “sobre” lo que se habla, para pasar a ser algo “desde” lo que se habla, la ejercita Leibniz en la Monadología al presentar un Dios considerado exclusivamente como razón del orden de las mónadas finitas y de su misma realidad.
Carmen Baños
→ Leibniz, Monadología, edición trilingüe, con introducción de Gustavo Bueno. Pentalfa, Oviedo 1981, 159 páginas (disponible libremente en pdf).
→ Gustavo Bueno, “Introducción a la Monadología de Leibniz” (edición trilingüe, 1981, páginas 13-47, disponible libremente en pdf).
→ Gustavo Bueno, “La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva”, Revista de Filosofía (enero-marzo 1959, 68:103-112).
→ Gustavo Bueno, “Comentario al §13 del Discurso de Metafísica”, Revista de Educación (enero-febrero 1955 , 27-28:73-81).
→ Javier Pérez Jara, “Recopilación de estudios sobre Leibniz”, El Catoblepas (mayo 2003, 15:23).
→ Daniel López, “Leibniz”, Comentarios críticos al Diccionario soviético de filosofía (15 mayo 2019).
→ “Godofredo Guillermo Leibniz”, Diccionario soviético de filosofía (1946-1984).
→ Zeferino González, “Filosofía de Leibnitz (1886).