logo Centro de Documentación de la Filosofía 
Centro de Documentación de la Filosofía

George Berkeley
Jorge Berkeley
1685–1753


filosofia.net/piezas/berkeley.htm

1. George Berkeley nació el 12 de marzo de 1685, en Dysert Castle, muy cerca de Kilkenny, al sureste de Irlanda. Se educó en el Trinity College de Dublín, donde estudió matemáticas, lenguas que incluían latín, griego, francés y hebreo, lógica y filosofía. En 1709 se ordenó en la fe anglicana como diácono en la capilla del Trinity College y un año más tarde como sacerdote. Alternó sus estudios teológicos con la lectura de Bacon, Descartes, Malebranche, Boyle, Newton y, sobre todo, con la de Locke. Entre 1713 y 1721 reside en Londres y viaja por Francia, Sicilia e Italia. Conoció a Malebranche y mantuvo amistad con ilustres escritores de la época como Joseph Addison, Jonathan Swift y Alexander Pope.

En 1724, con el propósito de fundar un instituto misionero en las Bermudas para educar y evangelizar a los colonos ingleses y a los indios americanos, gestiona una subvención del gobierno británico que, aunque aprobada y prometida verbalmente, nunca recibió. En 1728, Berkeley embarcó para América con su esposa, Anne Forster, instalándose en Rhode Island donde intentó llevar a cabo su proyecto filantrópico, que finalmente no pudo realizar. En 1732 regresó a Inglaterra y luego a Irlanda. En 1734 fue elegido Obispo de Cloyne en cuya diócesis permaneció hasta 1752, año en el que se retiró a Oxford, donde murió el 14 de enero de 1753.

2. Entre sus obras, las más importantes son:

1707–1708: Comentarios filosóficos, un cuaderno de notas sobre los temas que le preocupan.

1709: Ensayo de una nueva teoría de la visión, trata sobre la percepción espacial distinguiendo entre percepciones visuales, meramente subjetivas, y percepciones táctiles que se corresponden con objetos físicos externos.

1710: Tratado sobre los principios del conocimiento humano, indaga sobre los “principios que han sembrado dudas, incertidumbre y doctrinas contradictorias en la filosofía”.

1713: Diálogos entre Hylas y Philonous, una divulgación literaria de la obra anterior.

1721: De motu, un tratado sobre mecánica escrito en latín.

1732: Alcifrón, una defensa filosófica del cristianismo contra los librepensadores.

1734: El analista, un polémico escrito sobre matemáticas en el que cuestionaba el rigor lógico del análisis matemático de su época. Fue su trabajo más conocido.

1744: Siris, un compendio de reflexiones filosóficas e investigaciones sobre las propiedades del agua de alquitrán como medicina.

3. Berkeley desplegó todo un sistema metafísico cuyo idealismo, más que como reduccionismo psicológico heredado de Locke, se ajusta a un espiritualismo teológico que caracterizamos como “ontologismo cristiano”.

El propósito fundamental de Berkeley era preservar la fe cristiana contra librepensadores y materialistas, y nada mejor para este fin que negar la existencia de la materia. Sirviéndose del psicologismo de Locke, que había dicho que la materia era un “no sé qué” que sólo conocemos a través de sus cualidades, Berkeley negará su existencia reduciendo las cualidades primarias de Locke a cualidades secundarias, subjetivas. Todo lo que es percibido es espiritual, más allá de las cualidades secundarias no existe nada. Lo único que existe son mis ideas.

Pero este “acosmismo idealista”, según el cual la materia no tiene existencia, sólo tiene sentido desde el creacionismo cristiano llevado al límite. En este sentido, Gustavo Bueno ha sintetizado el racionalismo económico implícito en los supuestos de Berkeley de la siguiente manera: «Si Dios crea las cosas del Mundo que percibimos, y las conserva segundo a segundo en su existencia, es más económico crearlas cada vez que un sujeto consciente las perciba, admirando de este modo su gloria, que despilfarrar energías manteniendo en la existencia a seres que ningún sujeto va a percibir.»

La existencia de los cuerpos no es algo evidente al instante, lo único que de inmediato es evidente son las sensaciones que de ellos experimentamos. Esto no significa, como a veces se piensa, que Berkeley niegue la existencia de los cuerpos; en el Tratado, LXXXII, reconoce que las maderas, piedras y montañas existen en su sentido corriente. Lo que niega Berkeley es su existencia en sentido filosófico pues no subsisten sin una mente en la que se apoyen. Su ser (esse) consiste en ser percibidos (percipi).

En el esse est percipi de Berkeley “existir” tiene dos sentidos completamente diferentes: uno, pasivo, como “ser percibido” y otro, activo como “ser es percibir”. Dios, como creador “percibe” y los hombres, en tanto “percipientes” perciben las Ideas de las cosas creadas por Dios. El Mundo es un conjunto de seres percipientes que dependen de la existencia de un ser que los percibe: Dios, autor de todas nuestras representaciones, única actividad similar al conocimiento abstracto. El mundo sensible no es más que un curso de percepciones que produce la voluntad divina en los demás seres conscientes.

Al interpretar el idealismo de Berkeley en el contexto del creacionismo cristiano, el significado del esse est percipi se estaría refiriendo al ser de las cosas del Mundo que son creadas y conservadas en el ser de Dios. Curiosamente, la fórmula del esse est percipi sólo cobra sentido racional y deja de ser mera ilusión extravagante cuando la entendemos desde las propias coordenadas creacionistas en las que su autor está inmerso:

«No debemos imaginar que la máquina inexpresablemente delicada de un animal o de un vegetal cuesta al Creador para su producción más trabajo o incomodidad que lo que pueda costarle una piedrecilla; nada hay, en efecto, más evidente que el hecho de que un espíritu omnipotente puede producir indiferentemente cualquier cosa con un mero fiat o acto de voluntad.»  (Berkeley, Tratado, CLII.)

Carmen Baños

→ Gustavo Bueno: El mito de la felicidad, pp. 242-259.
→ Gustavo Bueno: Ensayos materialistas, pp. 166-167.
→ Gustavo Bueno: Televisión: Apariencia y Verdad, p. 23 y p. 99.
→ “Jorge Berkeley”, Diccionario soviético de filosofía (1946-1984).
→ Daniel López, “Berkeley”, Comentarios críticos al Diccionario soviético de filosofía (22 marzo 2018).
→ Zeferino González, “Berkeley (1886).