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Epistemología
 


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Si atendiéramos a la entrada contenida en el diccionario de la lengua española, la epistemología habría de definirse como la “teoría de los fundamentos y métodos del conocimiento científico”. El diccionario de la lengua, por lo que se ve, parece acogerse al análisis etimológico de la palabra (gr. ἐπιστήμη epistḗmē 'conocimiento' y –logía). Sin embargo, se observa claramente que esta definición es una solución de compromiso. En efecto, aun admitiendo que el diccionario remite el término al ámbito de la filosofía, la definición actúa aquí como una función vacía de contenido, porque los términos con los que opera (“teoría”, “fundamentos”, “método”, “conocimiento”, “ciencia”) son ideas filosóficas y consecuentemente adquirirán los valores del sistema según el cual se ordenen y organicen. Quiere decir esto que no podemos suponer que la epistemología es una disciplina positiva, unívoca, clausurada de alguna manera, involucrando un conjunto de contenidos ya preestablecidos y perfectamente recortados según como se entienden otras disciplinas positivas, como, por ejemplo, la Psicología o la Biología. En realidad, la epistemología vendría a ser la denominación de una teoría de teorías que están polémicamente vinculadas enfrentándose unas a las otras. Esto explica la existencia en la tradición de numerosas denominaciones que competían con “epistemología”: Criteriología, Lógica Maior, Teoría Crítica del Conocimiento, Crítica, Noética, Metafísica Defensiva, Lógica Material, &c. ¿A qué término acogernos?

Sería más correcto decir que “epistemología” es una expresión que se puede encontrar en numerosos contextos y que en cada uno puede adquirir un significado distinto, con connotaciones diferentes y alternativas, lo que explica que el término genere tanta ambigüedad. Una indeterminación que se ve aumentada cuando “epistemología” se considera como sinónimo de “gnoseología”: esta utilización indistinta de los términos, en ambos sentidos, la encontraremos en las opiniones de numerosos científicos, amigos y estudiosos de las ciencias, pero también en especialistas interesados en las llamadas humanidades, amén de filósofos. Desde nuestras coordenadas, “epistemología” deberá entenderse con relación a la teoría del conocimiento; pero “gnoseología” hace referencia a la teoría de la ciencia. Debemos ponernos a salvo del intercambio de estos términos como si fuesen monedas del mismo valor –aun reconociendo la tendencia hegemónica de “epistemología” frente a “gnoseología”–, pues su tratamiento como si fuesen sinónimos supone una gran confusión.  Se suele admitir que la ciencia es conocimiento científico y que, por lo tanto, la epistemología es la teoría del conocimiento científico, de manera que la gnoseología  a lo sumo debería entenderse como un episodio o un capítulo de la epistemología. Y con ello se pretendería que quedase todo resuelto. Nunca más lejos de lo que trataremos de entender por epistemología desde nuestros presupuestos. Como se ha dicho, todo dependerá de lo que se entienda por “ciencia” y por “conocimiento”, lo que involucra numerosas ideas que hacen de aquel planteamiento algo embrollado, oscuro y confuso.

Cuando desde la perspectiva de la teoría del cierre categorial se habla de epistemología, se entiende en el sentido de un enfoque genérico sobre las ciencias; un enfoque, por tanto, no específico y ni siquiera propio –la teoría de la ciencia es propiamente gnoseología–. En efecto, la teoría del conocimiento gira en torno a la  idea de conocimiento y, a su vez, está determinada por las ideas de Sujeto y Objeto, como, por otra parte, se puede comprobar en el ejercicio de numerosas obras de epistemología positiva.

Por el contrario, la teoría de la ciencia no orbita alrededor de la idea de conocimiento sino de la idea de ciencia que a su vez está determinada propiamente por las ideas de Materia y Forma. No se trata, pues, de una “cuestión de nombres”; hablamos de enfoques de naturaleza distinta y aun polémicamente enfrentados por incompatibilidad. Sin embargo, no pretendemos negar la existencia de numerosos ejemplos de reflexiones, obras y tratados –sucedáneos de gnoseología–, que ostentan el rótulo de epistemología y que, a la vez y efectivamente, involucran cuestiones de naturaleza gnoseológica, pero de una forma borrosa, una suerte de miscelánea de contenidos históricos, sociológicos o antropológicos, cuando no también gnoseológicos, mas no de forma consciente y sistemática.

Pero al tratar de epistemología es necesario distinguir entre epistemología filosófica y epistemología positiva. En general, los proyectos de epistemología positiva pretenden situarse en el horizonte de determinadas ciencias positivas como la psicología o como biología. Un caso de una epistemología que se autoconcibe como psicología sería la obra Introducción a la epistemología genética de Jean Piaget; un caso de epistemología positiva que se autoconcibe como biología  sería la obra Biología del conocimiento de Rupert Riedl.

Es interesante observar cómo estos enfoques epistemológicos se presentan, según se ha dicho, como perspectivas superadoras de las envolturas filosóficas metafísicas, ofreciendo, emic, resultados científicos positivos que cerrarían, de una vez por todas, los problemas abiertos al respecto; lo que denota de paso una gran ingenuidad filosófica. En el caso de la epistemología genética, estaríamos ante una epistemología positiva restringida al horizonte humano, mientras que en la epistemología evolutiva (biológica) el sujeto también abarca al horizonte animal. En ambos casos, el procedimiento de construcción de la epistemología positiva es el mismo: sujeto y objeto son descompuestos diacrónica y sincrónicamente en diferentes planos, momentos o fases –(S1, S2, S3, …, Sn), (O1, O2, O3, …, On)– toda vez que podríamos coordinar los planos o fases del sujeto con los del objeto. Así, habría una resolución del sujeto en sus fases y una recomposición del objeto por medio de las fases del sujeto, y recíprocamente. Con todo, la epistemología positiva no puede pretender reducir las cuestiones del conocimiento al marco de una ciencia categorial porque involucra cuestiones que la atraviesan y la desbordan.

En este punto, cobra todo su significado reivindicar el papel de una epistemología filosófica. Pero esta epistemología filosófica no puede ser considerada como una ciencia sino como una crítica filosófica de las ciencias positivas. Por este motivo la epistemología filosófica entraña la pugna irreconciliable de las alternativas filosóficas. La dialéctica de los términos Sujeto/Objeto da lugar a un sistema de alternativas según el cual diferentes posiciones están enfrentadas intentando reducirse mutuamente:

«La conexión Sujeto/Objeto ha sido pensada, o bien según los esquemas de reducción mutua (Pensamiento 265 de Blaise Pascal), o bien de yuxtaposición, o de fusión en una Conciencia Universal. Pero también cabe ensayar los esquemas diaméricos introduciendo la multiplicidad de objetos (O1, O2, O3, ...On) de suerte que el Sujeto sea la relación entre ellos, o bien inversamente, introduciendo la multiplicidad de sujetos (S1, S2, S3, ...Sn) de suerte que el Mundo sea el nexo entre ellos. La primera forma de aplicar este esquema nos lleva muy cerca de la Filosofía trascendental, tal como la “ejerce”, más que la “representa”, el propio Kant (Analítica Trascendental, Refutación del Idealismo, y Dialéctica Trascendental, Paralogismo de la idealidad exterior) en el sentido de que, efectivamente, Kant procede como si el yo pienso debiera ser interpretado, no tanto como una substancia espiritual, al lado de los cuerpos, cuanto como la conexión misma de los fenómenos en la unidad del Mundo. La segunda forma describe muy bien el “idealismo material” de Berkeley, e incluso la filosofía de Leibniz: la realidad está ahora constituida por substancias espirituales inextensas, sujetos, y las relaciones entre ellos (interpretadas como relaciones de expresión o lenguaje) nos remiten al Mundo como conjunto de “mensajes” que Dios transmite a las almas, o las almas se transmiten entre sí.» (Gustavo Bueno).

En el materialismo filosófico, la epistemología filosófica ya no podrá asumir la relación entre el sujeto y el objeto según los esquemas metaméricos de conjugación (idealismo, realismo, escepticismo, &c.) sino según los esquemas de conexión diamérica.

Marcelino Javier Suárez Ardura

Gnoseología  ❦  Ciencia  ❦  Cierre categorial  ❦  Fundamentalismo científico

→ Bueno Bueno, Teoría de cierre categorial 1. Introducción General. Siete enfoques en el estudio de la Ciencia (1992, 366 págs.). 2. La Gnoseología como filosofía de la ciencia. Historia de la teoría de la ciencia (1993, 394 págs.). 4. El sistema de las doctrinas gnoseológicas. Descripcionismo. Teoreticismo (Pentalfa, Oviedo 1993, 231 págs.)
→ Gustavo Bueno, “Epistemología y Gnoseología”, Tesela n° 25 (9 marzo 2010).
→ Gustavo Bueno, “Diferencias entre gnoseología y epistemología”, Tesela n° 104 (18 marzo 2012).

→ Jean Piaget, Psicología y epistemología, Ariel, Barcelona 1981, 189 págs.
→ Pilar Palop, Epistemología genética y filosofía, Ariel, Barcelona 1981, 246 págs.
→ Rupert Riedl, Biología del conocimiento. Los fundamentos filogenéticos de la razón, Labor Universitaria, Barcelona 1983, 252 págs.
→ Marcelino Suárez Ardura, “Precisiones acerca de la distinción entre gnoseología y epistemología en el Materialismo Filosófico” (2022)